In Memoriam: Bicentenario Larra.

Hoy, 24 de marzo de 2009, se cumple el segundo centenario del nacimiento de Mariano José de Larra.

Mariano José de Larra se suicidaba el 13 de febrero de 1837, con veintiocho años y una importante obra a sus espaldas; una obra que aún aguanta bien el paso del tiempo, que se lee con facilidad y cercanía y que, en muchos asuntos de los que trata, sigue siendo actual. Había nacido el 24 de marzo de 1809, dos meses después de Edgar Allan Poe, otro inventor de géneros literarios, de accidentada, fulgurante y compleja vida -en la que la presencia femenina tuvo un papel notable, como en la de Larra-. Si el nacido en Baltimore creó el género policíaco, como pronto captó Baudelaire; el madrileño dio forma en España al género periodístico y ensayístico moderno, distanciándose de los tanteos anteriores y de colegas como Ramón de Mesonero Romanos, cuya prosa tiene algo de envarado y retórico. Larra y Poe aplicaron su talento fundacional y renovador a géneros breves: al relato corto y al ensayo. Referir la realidad mediante el recurso al fragmento fue uno de los rasgos que propuso la modernidad ilustrada y que el siglo XIX empleó como forma de mostrar hasta qué punto se habían descompuesto los antiguos modelos referenciales y cómo la realidad se había vuelto un objeto de compleja observación.

Larra fue poeta, dramaturgo, novelista; tradujo, escribió por encargo y para la ocasión; sin embargo, por lo que es recordado es por sus artículos, publicados en un medio volátil y poco duradero como era el periódico. Escribió sobre lo que veía a su alrededor, con una agilidad y agudeza en sus observaciones, con una implicación personal (que transparentaba su propio mundo contradictorio), que todavía hoy lo hacen atractivo, porque es claro y directo, visual y vivo. El suyo es siempre un punto de vista político, a la postre amargo y desengañado, que utiliza con frecuencia los recursos urgentes de la escritura panfletaria, del que escribe como si de un ajuste de cuentas se tratara -y así era, en efecto, en no pocas ocasiones-. Larra es crítico y nada complaciente en sus artículos, se parece muy poco a los escritores costumbristas del momento, con los que se le suele relacionar, a pesar de que su amigo Mesonero Romanos se aplicó desde pronto a señalar las diferencias entre ambos y a poner tierra de por medio entre la obra de uno y la del otro.

Trabajó Larra llevado por la necesidad de convertir en dinero su pensamiento y sus emociones, consciente de que en cada artículo se vendía un poco a sí mismo. Fue capaz de crear una marca -sus diferentes pseudónimos, pero sobre todo el de Fígaro– que era un reclamo para el lector. De hecho, tras su muerte, varios «Fígaros» comparecieron en la arena pública, en un intento de aprovechar el hueco dejado. Consiguió ser el periodista mejor pagado de la época e incluir en los contratos una cláusula respecto del uso que se había de hacer de su pseudónimo. Protegía sus derechos de autor y de imagen en momentos en que la industria periodística comenzaba a despegar, y logró vivir de la escritura, empeño en el que otros fracasaron, incluido su contemporáneo Poe.

Él, mejor que muchos entonces y como otros han hecho después, creó una imagen de sí mismo, por la que era conocido y reconocido, y acabó convertido en su propio personaje: cínico, misántropo, solitario y distante. Pero había comprendido que esa imagen, en su caso, formaba parte del negocio de vender periódicos. Como casi todos los hombres de letras de su tiempo, también conoció la tentación política y llegó a ser diputado por Ávila, si bien fugazmente. Pero él fue político desde la literatura y el periodismo, pues consideraba que el deber regenerador del escritor era mostrar «al hombre no como debe ser, sino como es». Por eso, como proyecto político, propuso una literatura que fuera «expresión toda de la ciencia de la época, del progreso intelectual del siglo», pero sobre todo, una literatura libre, nueva y verdadera. La única regla de esa nueva literatura había de ser la libertad: «Libertad en literatura, como en las artes, como en la industria, como en el comercio, como en la conciencia. He aquí la divisa de la época». Todo un proyecto revolucionario, que anclaba la literatura en la realidad para trabajar en colaboración con otros elementos de progreso, y que dejaba a los periódicos un destacado papel.

Hijo desnudo. Este planteamiento es el que conecta después con jóvenes escritores como Pío Baroja y Azorín, Ramón Gómez de la Serna y Ernesto Giménez Caballero, Mariano de Cavia y Luis Cernuda. Los primeros peregrinaron hasta su tumba como forma de mostrar su poética comprometida; los segundos lo emplearon como metáfora de la soledad y el desclasamiento del escritor; los últimos (y todos), como modelo regenerador -optimista en el caso de Cavia-, desengañado en el de Cernuda, para quien Larra fue «hombre solo, / hijo desnudo y deslumbrante del divino pensamiento».

Cernuda, como Larra o Gil de Biedma, se sabía un aristócrata de la inteligencia y, como tal, vivía su soledad; la soledad del que comprende que de ella derivan su valor, su lucimiento y su fracaso. Baroja, Azorín, Gómez de la Serna, Cavia, entre otros que se miraron en su espejo, construyeron la imagen de Larra, pero también proyectaron sobre ella sus propios sueños y fracasos, sus contradicciones, como la de querer estar cerca de la sociedad y del «pueblo» para hablar de él y para «salvarlo», y, a la vez, necesitar distancia y retiro.

Larra dio forma a su actitud ante el mundo, a su poco halagüeña idea de España, a su fidelidad a la inteligencia y a la literatura, y a su actitud distanciadora. Pero también había en él la tensión entre realidad y deseo, que percibió Cernuda y le llevó a escribir sobre «el fiel y último encanto de estar solo». Larra, con unas violetas.

Larra en su laberinto. Texto: Joaquín Álvarez Barrientos. ABCD.es. Número: 893- 08.03.2009.

Más información:

Proyecto Mariano José de Larra.

Biblioteca de Autor de Mariano José de Larra en la Biblioteca Virtual Cervantes.

Obras de Mariano José de Larra: texto, concordancias y lista de frecuencia.

 

Artículos periodísticos – Cervantes Virtual.com

Artículo- Contemporaneidad de Larra.  El País.

Vuelva usted mañana. Mariano José de Larra. El Pobrecito Hablador.

 

Revista Leer, nº 200. Especial sobre Larra: Precursor de la modernidad y el periodismo comprometido.

Larra, una vida arrebatada que continúa con su leyenda. – Diario Sur. 

 

Especial 200 años con Larra. – El Cultural. es. 20.03.09

Los dos siglos de Larra – Ricardo SENABRE.

Las cuatro caras del escritor.
Contexto histórico-cultural de Larra.
La España de Larra. Retrato de un país mísero y gris.

El tiro se lo habría pegado a España

 



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