Historia de una mujer.

Texto: José Antonio Garriga Vela. Diario Sur – 28.11.2010.

Cuando le dije que lo más complicado para un escritor de novelas solía ser encontrar una buena historia, me contestó que la mirase, «¿ve lo pequeña que soy?», me preguntó, yo asentí, realmente aquella mujer no mediría más de metro y medio, «pues este cuerpo tan chico tiene muchas historias, muchas». Luego me contó un par de experiencias realmente espeluznantes. Tras oírla, me quedé petrificado. No supe que decirle. Una sola de esas experiencias habría marcado para siempre la vida de cualquier persona. Yo, en su lugar, estaría destruido. Traté de encontrar un resquicio de esperanza por el que insuflarle ánimos, pero no lo encontré. Lo más probable es que otras personas más cercanas ya hubieran intentado consolarla, aunque ella no daba la impresión de necesitar ayuda para sobrellevar su calvario. Me dijo que tenía setenta y cinco años. Antes de despedirnos sonrió e hizo amago de ponerse a bailar, como si con ese gesto pudiera borrar las palabras que había pronunciado. Esa mujer tenía la gracia de las personas que vienen de vuelta de la desgracia.

Durante unos días estuve dando un taller de escritura a personas mayores. Allí la conocí. Al regresar a casa, conducía pensando en la sonrisa transparente de aquella mujer cargada de historias infelices. Me conmovió su enorme voluntad. ¿Cómo después de las tragedias que le habían sucedido tenía fuerzas para levantarse todas las mañanas y afrontar la vida con tan buen humor? Yo, en su lugar, estaría abatido. ¿Acaso todavía guardaba alguna remota esperanza de solucionar los problemas? Estoy seguro de que no. Pero no cesaba de buscar motivos que la impulsaran a seguir mirando hacia adelante con el máximo optimismo. Al contrario que tantos de nosotros, que afrontamos con desidia y tristeza la modesta felicidad de la vida cotidiana.

Cualquiera de las historias que me contó aquella mujer era suficiente para inspirar una novela. Sin embargo, no me atreví a escribir nada. Además, si alguna vez decidiera hacerlo, nadie se lo creería. La vida está repleta de historias reales que parecen mentira. Existen personajes tan malvados que resultarían falsos si los describiéramos tal como son. Sin embargo existen, están ahí, entre nosotros, dispuestos a eclipsar la imaginación del novelista más perverso del mundo.

Desde que conocí a esa mujer no he sido capaz de escribir una línea, porque todas las historias que se me ocurren me resultan vanas y frívolas al compararlas con la suya. No sé si alguna vez tendré el valor de escribir lo que me contó. Al recordar sus palabras me estremezco como un niño asustado. Me da miedo meterme en su piel y conocer el infierno.

En Algún Día│ José Antonio Garriga Vela.



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2 respuestas

  1. Que importante es todo lo que comentas , en esencia el ser humano esta lleno de nobleza pero también de miseria , es un artículo que nos recuerda lo pequeños que somos ante el mundo .

    Un abrazo

  2. Que cierto es lo que dices, la vida está llena de historias apasionantes, no hace falta inventar nada, sólo escribir sobre lo que conoces.

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